En domingo

duelen los silencios,

martillan con su eco mi cráneo.

En lunes y martes

las derrotas tienen un sabor extraño,

aunque pan duro y agua saben siempre amargo.

En miércoles es más sencillo

aceptar la resignación,

asumir el ritmo

consciente de ir directo al precipicio.

En jueves y viernes

todo es increíble,

los pendientes, las dudas y las deudas,

saldremos pronto integrados al sistema.

Pero los sábados son apocalípticos,

la furia, la indignación y la alegría

hacen del carpe diem un emblema

si no sobrevivo sepan que la fiesta valió la pena.