El poeta había abandonado el recinto después de recitar ante sus maestros Juan
Manuel Roca y María Mercedes Carranza el poema dedicado a su hermana
ausente, en la casa de Poesía Silva.
El poeta vivía solo en una habitación a pocas calles del auditorio en dónde dejó
grabada su voz. Digo vivía porque ya no está. A veces circula muerto de la risa al
salir de la biblioteca Luís Ángel Arango y tras haberse devorado ejemplares
completos de la literatura universal. Una vez más andaba con la antología poética
de Pessoa bajo el brazo. Otras veces recuerdo haberlo visto salir vestido de
sombra con mallas de ballet del Teatro Colón. Una vez lo tropecé en el cuerpo de
un poeta cubano que fue maestro mío y lo reconocí al responder a mi comentario:
aún sigo escribiendo y respondió: Nadie es perfecto y se fue.
El poeta ha muerto, viva la poesía, dice un grafitti frente al viejo Almacén de
Mariela un lugar donde los notálgicos de la ciudad van a ahogar sus penas en
tangosr; en el local del frente está el viejo Homero en su tiendaque recibe a todos
los vagabundos disfrazados de malos bohemios. La decadencia de un país se
mide en la cantidad de poetas frustados en los bares de las cantinas urbanas, me
dijo mi tío al salir de un bar de mal agüero a pocas cuadras de allí. A esa esquina
llegan todos repitiendo los versos de León de Greiff mientras bajan por la calle del
poeta más recordado por los que una vez fueron niños y niñas en Colombia, el
autor del rin rin renacuajo, Rafael Pombo.
Así se juntan en la Casa Caro y Cuervo los que venían del nuevo centro cultural
García Márquez, lamentando como lo hizo el famoso Nobel Colombiano ante el
poeta Pablo Neruda, no tener la capacidad de componer unos versos tan
hermosos como los que publicados bajo la lírica épica de Neruda que se habían
impuesto un lugar en la literatura universal, a lo que Pablo Neruda respondió no
tener yo las palabras para contar las historias como tú las cuentas. Así fue como
el montón de fantasmas discutíeron las posibilidades del lenguaje y las palabras y
se fueron desvaneciendo como su imagen en la ciudad.
Las calles han cambiado y las casas con sus habitantes no son las de antes de
que sucedieran esas noches oscuras en las que los tantos fueran los lamentos
diarios y las pompas fúnebres que invitaron a las doñas que se quedaron viudas a
negociar con los interesados, en la casita en la que estaban esos lotes que ahora
son edificios de apartaestudios.
El poeta se embebe de palabras, canta como los mejores aedas de la cultura
grecoquimbaya y pronucia algunos versos del poema Dabeiba de María Mercedes, replica
los mortales versos de juego mi vida, cambio mi vida, antes de lanzase por un balcón que
era un poco más alto que el de la placa que anuncia en latín que el libertador salvó su vida
en una noche septembrina saltando el metro y medio hasta la calle. El poeta en realidad
se incineró, tras leer fahenheit 451 y descubrir que el papel arde a esa temperarura exacta
y quizo comprobar su peso y quizo ser también una ave fenix pero no llegó más que a una
nota fúnebre en la que sus allegados, amigos y amantes le dedicaban unas lineas en su
nombre en la sección de obituarios de la academia del olvido.